13/10/12

Pack to the Future! - 17

—Esto es una mierda —se dijo Jaime sentado en el agua del pantano y tapándose el rostro cubierto de sangre con las manos.

—Sí que lo es chico —dijo una voz no muy lejos—. Sí que lo es.

Jaime se giró rápidamente para ver a Tenaz, también sentado como podía en el agua, sujetándose el vientre sangrante.

—¿Qué tal si me hacéis esa cosa brillante en las tripas antes de que muera definitivamente?

Jaime se levantó y fue hacia él chapoteando lo más rápido que podía. Lo sujetó por los hombros con un brazo mientras ponía la otra mano sobre él y empezaba a curarlo.

—La he cagado —dijo el clérigo.

—No, habéis hecho lo que debíais, de no haber sido por vos el resultado hubiera sido fatal —le consoló Tenaz—. Pero la próxima vez hacedlo un poco antes, pardiez.

—Creo que esto ya está.

—Mercedes.

Jaime se puso la mano en su propia herida para curarse mientras miraba al vacío.

—Casi me cago encima. —Sorpréndeme que no lo hayáis hecho de veras. Tenaz le dio un puñetazo amistoso en el brazo. Dolió de todas formas.

—Aunque tal parece que habré de enseñaros a defenderos si es que queremos...

No alcanzó a terminar la frase pues un objeto blanco pasó como una centella ante sus ojos, sobresaltándolo.

Luna chocó contra el pecho de Jaime y lo miró a los ojos. Su carita estaba roja y cubierta de lágrimas.

—¡Se ha perdido! —alcanzó a balbucir la pequeña guía—. ¡Se ha perdido!

—Luna, ¿qué pasa? —preguntó Jaime.

—¡Se ha perdido! ¡Mi esfera! ¡Se me cayó! Yo... Yo...

No pudo terminar antes de volver a romper a llorar.

—¿Se te ha caído? ¿En este sitio? —se alarmó Jaime.

Tenaz se limitó a llevarse una mano enguantada al rostro.

—¡¿Cómo vamos a encontrarla aquí?! —gritó Jaime—. ¡Estamos perdidos!

Eso no hizo más que aumentar sus lloros. Continuó agitándose pegada a la coraza de Jaime hasta que algo la agarró por el hombro y la forzó a darse la vuelta. Vio la cara de Sol completamente empapada y llena de barro justo antes de sentir en la mejilla la bofetada que le propinó. —¡Idiota! —le gritó.

Luna estaba a punto de romper a llorar de nuevo cuando vio la esfera bajo el brazo de Sol. Soltó un par de hipidos más y entonces se calmó; volvió a su silencio habitual, pero su rostro permanecía nublado.

—¡Si no llego a estar yo ahí, ahora estaría perdida entre el lodo! ¡Casi me ahogo cogiéndola mientras se hundía!

Luna no dijo nada. Seguramente en ese momento deseaba ser más pequeña de lo que ya era.

—¡¿Ves por qué no se puede confiar en ti, estúpida?!

—¿Me la devuelves? —dijo luna en una voz tan baja y desganada que parecía que en realidad no quería decirlo.

La bofetada de su hermana no se hizo esperar al oírlo.

—Sol, ya vale —dijo Jaime.

Sol respiró hondo y pareció calmarse un poco.

—A partir de ahora yo llevaré la esfera —dijo—. Así no estará en malas manos.

—Tengo que llevarla yo —dijo Luna con el mismo tono, sin mirar a Sol a los ojos—. Es mi deber.

Sol volvió a estallar.

—¡Repite eso! —gritaba.

Jaime se vio obligado a cubrir a cubrir a Luna con una mano mientras separaba a Sol con la otra.

—¡He dicho que ya vale, maldita sea! —les gritó—. ¡Ay, quita! —exclamó cuando Sol le mordió la mano.

Sol se apartó, pero seguía mirando a Luna como un gato que ha visto un perro en su territorio.

—Vamos a zanjar esto —decidió Jaime—. Luna, lo siento, pero creo que lo mejor será que Sol lleve la esfera a partir de ahora. A lo mejor ella puede encontrar el crippler más fácilmente.

Luna lo miró con desesperación.

—Además tendrás que reconocer que no has hecho un buen trabajo llevándola.

Luna se apartó de Jaime y se hizo un ovillo.

—Lo siento —le dijo él, pero el daño ya estaba hecho y Luna no respondió.

—No lo sientas —corrigió Sol—. Es la primera cosa que haces a derechas desde que empezó todo esto... —Se lo pensó antes de añadir—: Idiota.

Cuando al fin se pusieron en marcha con Sol a la cabeza, Luna los seguía como un alma en pena, sin mirar nada que no fuesen sus pies y en un silencio tan profundo que incluso a ellos, que estaban acostumbrados a no oírla a menudo, les resultaba llamativo.

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