22/3/09

Kronikas dun Khazike VIII: Paipai 2

Como íbamos diciendo en el capítulo anterior una bandada de cosechadoras automáticas asesinas saltó sobre el claro cuando… Ah, ¿Qué no? Pero si es más interesante así… Bueno, vale.
Mientras Alf le zurraba la badana a Plasticko con un palo de go… Vale, el Bastón de Salomón, lo que tú digas. La cuestión es que mientras le saltaba los piños a Plasticko éste se cabreó, dijo que iba a convocar a su verdadera forma y un rayo cayó sobre él, creemos que es karma atrasado de un día que andaba tonteando con un escurridor bajo una tormenta, en cualquier caso veamos qué pasa.
Cuando pasó la luz del rayo y todos recuperaron la vista miraron al centro del claro y, en el centro de un cráter, estaba el cadáver calcinado de Plasticko. ¿Qué esperabais? Le ha caído un rayo encima, coño.
—Es curioso que todo el plástico aislante que llevaba encima no le haya protegido —dijo Geekman—. ¡Ah! ¿Qué pasa contigo?
—Deja de resaltar incoherencias —le susurró Khazike mientras guardaba el tenedor con el que le había pinchado.
—Y además no hay ni una nube, ¿de dón…? ¡Ay! ¡Te voy a matar!
—¡Inténtalo! —gritó Khazike.
Ambos se enzarzaron en una reyerta de puñetazos mientras Alf, con Rotulador en el hombro y el Bastón de Salomón en la mano se aproximó a los restos de los restos de Plasticko.
Movió un poco el cráneo calcinado del rebelde con su palo y se desprendieron algunos trozos de carne quemada.
—He’s fried, brother —señaló Rotulador.
—¿Qué coño estás diciendo? —preguntó Alf.
—He’s fried, I said.
—Eso tu madre, por si acaso.
—What you say, nigga?
—Eh, ¡no me ha gustado el tono de eso! ¡No eres capaz de decírmelo al afro!
—¡Muthafucka!
—¡Ahora verás!
Alf le dio un puñetazo a su hombro derribando a Rotulador. Por desgracia Geekman lo vio y no le gustó.
—¡No le hagas eso a mi bot! —gritó saltando sobre Alf y pateándole la cara.
Khazike, decidió participar también.
—¡No le hagas eso al imbécil! —dijo sacando a Marisa y disparando a los otros tres que se peleaban, pero viendo que no conseguía darles sacó su tenedor y se lanzó sobre ellos.
Al cabo de poco los cuatro estaban enzarzados en una pelea al más puro estilo dibujos animados, con una nube que no dejaba ver la violencia gratuita y todo. Entretanto el cadáver destrozado de Plasticko movió un dedo, pero fue sólo un espasmo post mortem porque de entre los árboles surgió otro Plasticko que miró como peleaban los otros cuatro y gritó:
—¡Eh! ¡Vosotros!
La pelea de los cuatro amigos continúo “tranquilamente” ignorando la presencia de Plasticko, lo que no le agradó en demasía.
—¡Hacedme caso! —gritó futilmente.
La reyerta continuó sin más ni más.
—¡Tengo droja gratis pa’ quien la quiera!
La pelea paró de pronto y todos miraron hacia Plasticko con los ojos brillando hasta que se dieron cuenta de dos cosas: 1) era mentira, 2) era plástico.
—¡Un momento! —gritó Khazike—. ¿Tú no estabas más frito que vivo?
—Ese era mi caparazón material, ese rayo me ha hecho trascender y convertirme en el ser más poderoso del mundo —explicó Plasticko para luego dejar escapar una risa malévola.
—Si sólo te has hecho coleta —resaltó Geekman.
—Where are the drugs?! —preguntó Rotulador que parecía no haberse enterado todavía de qué iba la cosa.
—¡Cómo te atreves! —gritó Plasticko—. ¡Ya no soy un hombre corriente! ¡Me he convertido en Plastipaipai! ¡Mwahahahaha!
—¿Dónde tienes el paipai? —preguntó Geekman.
—You, bastard! —gritó Rotulador cogiendo a Alf del cuello de la camisa—. Where are the fucking drugs, bitch?
—¿Qué coño quiere éste? —sollozó Alf mirándolo.
—¡TÚ! —sonó atronadora la voz de Plastipaipai por lo que todos se volvieron hacia él y vieron que señalaba a Alf.
—¿Y-yo? —preguntó él.
—¡Sí, tú, pedazo de mierda! ¡Ahora voy a vengarme!
Alf, asustado, miró a Khazike.
—Alf, amigo —le dijo éste sonriendo—, yo mantengo mi postura, como no pelees con él desearás no haber nacido.
Alf tragó saliva y pensó que, definitivamente, estaba entre la espada y la pared con la salvedad de que la espada era una motosierra y la pared tenía un montón de cuchillos afilados, lo que no contribuía a mejorar la situación.
—Bueno, venga, que me mate si quiere —se decidió por fin empuñando su Bastón de Salomón sin demasiada convicción—. ¡¡¡Ven a por mí, hijo de puta!!!
Ese apelativo no pareció agradar a Plastipaipai pues sacó dos paipais que repartió entre sus manos, cruzó los brazos sobre su pecho y se concentró.
—¡Ataque de paipai! ¡Enchufe de la muerte!
Descruzó los brazos y al hacerlo un enchufe salió disparado de los paipais y dio a Alf en el afro, donde se hundió lentamente.
—¡Eh, tú, no me llenes la cabeza de mierda! —le reprendió Alf.
Empuñó el Bastón de Salomón y fue a hacer un swing cuando se le escapó el palo de las manos y golpeó directamente en la cabeza a Plastipaipai.
—¡Ja! ¡Diana!
—¡Pero serás…! —empezó a increpar Plastipaipai según sacaba otros seis paipais y se los colocaba entre los dedos de la mano—. ¡Te vas a enterar de quién soy yo! ¡Ataque de paipai! ¡Lluvia de diez mil enchufes!
Y al decir esto hizo un extraño baile, el cielo se llenó de nubes eléctricas y empezaron a caer enchufes de plástico del cielo sin la velocidad suficiente para hacer más que pequeños rasguños.
—Tío —le dijo Alf desde la lluvia de inofensivos enchufes—, sinceramente, eres patético.
En ese momento Plastipaipai sintió una horrible sensación, sintió una puñalada clavándose directamente en su ego y decidió que merecía una retribución. Sin levantar la vista del suelo declaró:
—Patético… Patético, ¿eh?
—Eso he dicho.
—Sí, eso ha dicho, ¡mátalo! —animó Khazike mientras seguía con las palomitas que había dejado a medias.
—Yo os enseñaré quién es el patético aquí, con mi técnica secreta.
—Será otra birria de enchufes —dijo Geekman.
Otra puñalada se clavó, despiadada, en el ego de Plastipaipai, la sangre hervía en sus venas.
—¡¡¡Conque ésas tenemos, ¿eh?!!! ¡¡¡Pues ahora os mataré a todos!!!
De entre los pliegues de su ropa de plástico de burbujas extrajo un enorme cañón futurista con toda clase de lucecitas que empezó a lanzar pequeños rayos y a acumular una bola brillante.
—¡¡¡Con este cañón de plasma electromagnético destruye-planetas os borraré del mapa a vosotros y a todo el reino con sólo apretar el gatillo!!!
—¡¿Y por qué no lo has hecho todavía?! —le preguntó Khazike.
—¡¡¡Porque quiero ver vuestras caras de horror!!!
Los cuatro miraron a Plastipaipai, se miraron unos a otros, volvieron a mirar a Plastipaipai y empezaron a partirse la caja.
—¿De verdad, de verdad crees que nos vamos a acojonar de un mierda como tú? —preguntó Geekman entre carcajadas.
—¡Si sólo sabes hacer ataques birria! —rió Alf—. ¿Quién te compró ese juguete? ¿Tu mamá?
Todos rieron ahora mucho más fuerte mientras las puñaladas se acumulaban en el ego de Plastipaipai.
—¡¡¡Lo haré, os juro que lo haré!!!
—¡¿A qué esperas, tío duro?! —se burló Khazike.
—¡¡¡Voy a hacerlo, voy a desintegraros!!!
Plastipaipai, llevó lentamente el dedo al gatillo y cuando estaba apunto de apretarlo y destruir el mundo tal y como lo conocemos cayó al suelo rendido. A su espalda apareció una figura que sostenía una porra que dijo:
—Porras Dhal, las mejores del mercado. Ah, y perdonad por tardar, jefes.

Tu bi continiu, brada ( o Y o )

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