15/3/09

Kronikas dun Khazike VII: Paipai

Bueno, dicen que el siete es número de buena suerte… A ver si es verdad y esta vez sale algo medianamente decente. Os estáis poniendo a leer YA (por favor).
—¡Sergento! ¡Sargento!
El soldado tocapelotas entró a la carrera en la tienda de campaña que habían instalado a Muchauve y en la que estaba sentado tras una mesa reflexionando hasta que se vio obligado a levantar la cabeza y mirar al soldado.
—¿Qué pasa ahora?
—Señor, los conejos nos atacan.
—¡Eso ya lo sé, imbécil!
—Se están atrincherando entre nosotros y el bosque, no podremos proseguir ni huir.
—Tenemos que retroceder.
—Señor, no, señor.
—¿Cómo que no?
—Yo no sé usted, pero lo que es yo no prefiero lanzarme a la boca de los conejos que tener que explicarle al gran consejero por qué hemos vuelto.
—Maldita sea, es ver…
Un conejo que rasgó la tela de la tienda de campaña y saltó sobre él con las garras en ristre impidió que acabara la frase. Menos mal que fue interceptado por una piedra disparada por el tirachinas del soldado.
—Te debo una.
—Señor, sí, señor. Me conformo con que sea más bueno conmigo —dijo el soldado con los ojos brillantes.
—Sabes que me gustaría, soldado, sabes que me gustaría —dijo Muchavue y se asomó por la puerta de la tienda para mirar las trincheras enemigas—. ¿Cuándo acabará esto…?

▼▼▼

Khazike pateó un poco lo que fue la ametralladora-Guls y después dejó de mirarlo.
—Sí —dijo—, definitivamente está muerto.
—Llevas 10 minutos diciendo lo mismo —le reprendió Geekman, que ya había despertado.
—Nunca está de más asegurarse —replicó Khazike dándole otra patada más fuerte.
—Esto… —empezó Alf.
—Pero no deberías cargártelo —le gritó Geekman a Khazike—. ¡A lo mejor el chatarrero nos da algo!
—Oíd…
—¿Por esta basura? —preguntó Khazike y propinó otra patada.
—Tíos…
Khazike y Geekman se volvieron para mirar a Al con todo el cabreo del mundo y le preguntaron al unísono:
—¡¿Qué?!
—T-Tenemos visita —consiguió decir al tiempo que señalaba un punto detrás de los otros dos.
Khazike y Geekman, de nuevo al unísono, se dieron la vuelta y miraron.
—¡Bienvenidos a mis humildes bosques! Están algo desordenados, pero pasad, pasad.
—¿Quién cojones eres tú? —preguntó Khazike al tipo cubierto con una capucha de plástico de burbujas que les saludaba.
—¡¿No me conoces, imbécil?! —gritó el tipo señalando a Khazike, enfadado.
—¡Salta a la vista que no! —gritó Khazike a su vez.
—¡Te voy a matar!
—¡Ya lo veremos! —amenazó Khazike desenfundando.
—Kha, es Plasticko, el jefe de los rebeldes —le explicó Geekman.
—¿Lo qué? —se extrañó Khazike—. ¿Es el malo maloso y ataca directamente en lugar de enviar subordinado tras subordinado? Es tonto…
—¡¿Por qué iba a mandaros a mis subordinados pudiendo mataros yo mismo?! —se enfadó Plasticko.
—Claro, ya sé —comprendió Khazike—. Lo que pasa es que no tienes subordinados.
—¡Claro que tengo subordinados!
—¡Nah, mentiroso!
—¡Es verdad!
—¡Nah, no lo es!
—¡Chicos! —gritó Plasticko a los bosques—, ¡salid!
Y salieron, vaya que si salieron, unos doscientos tipos con gabardina ancha, sombrero y la mano metida en el bolsillo interior mirando a todas partes.
—¡Si son todos infiltrados! —rio Khazike—. Medio mundo te ha puesto asesinos y tú sin enterarte.
—¡Calla! —gritó Plasticko—. Me hacen feliz… No me quites la ilusión.
Una bala pasó rozando su oreja, pero él simplemente la ignoró.
—¡Chicos, atacad!
Todos los espías se miraron unos a otros y dijeron al unísono.
—Es nuestra hora de comer.
Tras lo que se perdieron en los bosques.
—¡Malditos traidores! Bueno, yo solo me bas…
No pudo acabar antes de que Khazike disparara contra el y… Y la bala rebotara contra el papel de burbujas.
—Es inútil, compañero, este papel de burbujas me protege y me mantiene calentito —explicó Plasticko—. No puedes golpearme. ¡Mwajajajajaja!
Mientras Plasticko reía de forma maligna Khazike andó hasta él y le dio en los dientes con la culata de Marisa ya que en esa parte no tenía plástico de burbujas. Plasticko se agarró la boca y se dio la vuelta.
—Tú eres tonto, ¿no? —preguntó Khazike.
—¡Tramposo! —gritó Plasticko de espaldas—. En la cara no vale.
—Sí definitivamente eres tonto —dijo Khazike y se dio la vuelta—. Alf, te lo dejo a ti que yo no me canso pa’ na.
—¡¿Cómo?! —preguntaron Alf y Plasticko a la vez.
—¿Es que hablo en chino? —preguntó Khazike.
—¡Me estás subestimando!
—¡Me estás sobrestimando!
Dijeron ambos respectivamente.
—Vamos a ver u os matáis entre vosotros para que pueda ver el espectáculo u os mato yo, ¿vale? —les convenció Khazike.
Plasticko iba a decir algo en ese momento cuando Alf le saltó encima lleno de ira asesina, probablemente prefería que le matase Plasticko que Khazike.
—¡Combate de pelo afro! —gritó Alf—. ¡Puño del destino!
Se tiró de un hilo de la camisa y del afro le surgió un guante de boxeo que dio en todas las narices a Plasticko. Tras lo que Alf dejó escapar una risotada maligna.
—Pero serás… —empezó Plasticko.
—¡Combate de pelo afro! ¡Bastón de salomón!
Se sacón un palo de golf del pelo y con él le volvió a arrear en la cara a Plasticko.
—Me estás cabre… —llegó a decir Plasticko antes recibir otro palazo en los piños.
Ante esto Plasticko saltó hacia atrás, lejos del alcance del palo y declaró:
—¡Se acabó! ¡Me has obligado a revelar mi verdadero poder!
—Mierda… —se entristeció Alf.
Plasticko extrajo un paipai dhal, los mejores paipais del mundo, de uno de los bolsillos de su túnica de plástico de burbujas y empezó a hacer un baile extraño al tiempo que repetía:
—¡Maestro Tao Pai Pai, dame poder! ¡Maestro Tao Pai Pai, dame poder!
Un enorme rayo cayó en ese momento sobre Plasticko y la luz cegó momentáneamente a todos los que estaban en el claro.

A ver en qué acaba esto ( o Y o )

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